Elaborado por Expedición Andina C. A (Fabrica artesanal venezolana de equipos de montañismo, 2019)
El montañista tiene como principal característica que le gusta caminar. El morral o mochila es el equipaje que caracteriza. Incluso le denominan mochilero como sinónimo de aventurero que camina abriendo rutas o simplemente va caminando y haciendo camino.
Cualquier persona que haya visitado los Andes se habrá dado cuenta de lo intrincado de su orografía. Todo intento de comunicar regiones tiene la completa oposición de una naturaleza agreste, hostil, despiadada a veces. El caminante andino históricamente ha superado esto. Los andinistas de hoy en día traen antecedentes de los grandes caminantes andinos con su mini morral, el pito para anunciar su llegada y el quipu o nudos para aclarar las cuentas de las encomiendas. A continuación un pequeño reportaje acerca de los Chasquis, nombre asignado a los caminantes andinos, los grandes atletas montañeros de la extensa cordillera.
El chasqui era el mensajero personal del Inca, que utilizaba un sistema de postas. El término no significa literalmente “mensajero”, mas bien el que da y recibe, ya que estos eran jóvenes baqueanos y preparados físicamente desde su juventud para recorrer, a través de un sistema de postas, los extensos caminos construidos por los Inca, pues de ellos dependía a veces que se suspendiera una acción militar a tiempo o llegaran los refuerzos en una batalla.
Llevaba siempre un pututu (especie de silbato), para anunciar su llegada, un quipu (especie de nudos) donde traía la información, y un qépi a la espalda (especie de morral), donde llevaba objetos y encomiendas. En la cabeza llevaba un penacho de plumas blancas. Además, el chasqui se convirtió en el receptor del saber tradicional ancestral, recibido de parte de los ancianos (hamawt’a) , para ser entregado a un nuevo receptor, y así transmitir los conocimientos en forma hermética, a fin de preservar los principios esenciales de la cultura andina ante el avasallamiento de la civilización occidental.
Según Garcilaso de la Vega, en crónicas históricas del Inca, gracias a la velocidad y fuerza de los chasquis, el Inca ubicado en la capital Cusco, consumía pescado fresco de la costa, cubriendo una distancia de 600 kilómetros, en condiciones adversas tales como la altura al cruzar la cordillera andina pues el Cusco está a 3.680 m.s.n.m.
Los chasquis eran muy agiles, altamente capacitados corriendo en las montañas entregando los mensajes y otros objetos a los gobernadores del imperio Inca. Trabajaban para un sistema de comunicación que permite transmitir mensajes a grandes distancias en muy breve periodo de tiempo. Los tambos, o estaciones de relevo, se construyeron en los puntos más claves a lo largo del sistema vial para servir de refugio o albergue. También funcionaban estos tambos como centros de acopio de alimentos, lana, leña, agua u otros materiales básicos para la supervivencia. De este modo en épocas de penurias climáticas o desastres naturales, los tambos alimentaban y proveían de algunos materiales para la supervivencia a las aldeas más cercanas a la redonda.
Los tambos se repartían en los caminos, cada 20 o 30 kilómetros (una jornada de camino a pie). El chasqui iniciaba su recorrido cerca del tambo y corría a la siguiente estación donde se encontraba otro tambo y chasqui para que lo releve con el mensaje hasta el siguiente tambo, así hasta recorrer distancias tales como de Cusco a Quito, a fin de entregar mensajes reales y otros objetos a los gobernantes Incas.
El tambo podía servir para albergar a emisarios (chasquis), gobernadores o incluso al Inca, cuando este recorría de punta a punta su territorio. A distancias correspondientes a un día de viaje había otros albergues, estos eran más sencillos y en las ciudades, sobre el camino, se encontraban otros, grandes y elegantes: eran los tambos reales dotados de lujosos mobiliarios en previsión de posibles visitas del emperador.
Los caminos incas compuestos por carreteras y puentes de cuerda o piedra. Los chasquis extendieron también sus rutas a los rincones más distantes del imperio llegando a los actuales países de Colombia, Bolivia, Ecuador, Argentina y Chile ( Fuente: Historia del Perú en el proceso americano y mundial: los Incas y sus contemporáneos / Juan Castillo Morales).
Hoy en día se plantean competencias de aventuras donde el atleta se expone al desafío del tiempo, el clima, la resistencia física y la destreza frente a las adversas condiciones de la naturaleza, similar al chasqui en el antiguo imperio Inca.
Para finalizar deseamos dejar la reflexión acerca de los chasquis y su honroso oficio desconocido por la mayoría de los montañeses y caminantes andinos, de donde podemos evidenciar la fortaleza y capacidad de adaptación a tan difíciles condiciones de los Andes. El andinista actual es el caminante de hoy en la cordillera de Los Andes.