Elaborado por Expedición Andina C.A (Fabrica artesanal venezolana de equipos de montañismo, 2019)
Domingo Guzmán Peña Saavedra, conocido como el guía Domingo Peña, nació en la aldea de Curazao en Los Nevados el 4 de Agosto de 1891. Entre las montañas de la Sierra Nevada de Mérida el muchacho se hace experto guía andinista bajo la tutoría de su hermano mayor Omar Peña y del experto baquiano Francisco Araque. Se convierte luego en un guía muy solicitado por los exploradores de la Sierra Nevada a quienes presta sus servicios. Se casa en 1928 con Luisa Castillo, forma una familia de seis hijos: Ana Julia, Lucio, Clemente, Elvira, Pedro y Aura. Decide asentarse en las tierras a mitad del camino al pico Mucumbarila, entre Mérida y Los Nevados, en un valle en la Aguada, lugar cercano a las faldas del hermoso glaciar norte del ahora denominado Pico Bolívar. Con su esposa e hijos desarrolla su vida familiar e intercambia la agricultura y las labores cotidianas del campo con atender amistosamente a la creciente demanda de solicitud de guías para excursiones en la Sierra, lo cual realiza con mucho agrado e incorpora no solo a sus hijos, esposa, sino también a compadres y vecinos de Los Nevados en las distintas labores que implican llevar a un grupo a las cimas nevadas merideñas.
Destaca por subir por primera vez al Pico Bolívar en 1935 con Enrique Bourgoing y Heriberto Márquez, y luego por su cara Sur en compañía con Fran Weiss – E Gunther – A Ottolina – Baldo y Ernst Chenery en 1939. Realiza la primera ascensión al pico La Concha con F Weiss y E Gunter, también en 1939. Según la entrevista a Epifanía Araque (hija de Francisco Araque, abril 2009), es para 1931 que el conocido guía Francisco Araque encomienda a Domingo Peña, para asumir la importante labor de guiar a los exploradores como consecuencia de estar padeciendo una cruenta enfermedad que le impedía asistir, asigno a un hombre confiable para tal labor, ese era Domingo Peña. Sus ascensiones a la Sierra andina venezolana son incontables y exitosas. Expediciones por todas las rutas, donde se hacía acompañar por otros nativos que de acuerdo a las circunstancias fungían de guías, baquianos, cocineros, peones o arrieros.
Posee el reconocimiento de la comunidad como el guía insigne, ejemplar de la Sierra Nevada de Mérida. Su nombre lo llevan avenidas, paseos, grupos de rescate, parroquias e incluso es parte del grupo escultórico Los Conquistadores inaugurado en 1971, en el Hotel Valle Grande, haciendo honores a los conquistadores de las máxima cumbre en la Sierra Nevada merideña. Se trata de una escultura dedicada a Domingo Peña, otra dedicada a Enrique Bourgoin, otra escultura dedicada a un arriero con su respectiva mula y un perro que en muchas ocasiones les acompañaba incluso a las cumbres nevadas, tal es el caso de Copito en el glaciar de La Concha quien fue el primero en pisar la cima de La Garza (1939). Con la figura en bronce de tamaño natural, Domingo señala el camino al explorador que lleva botas, el pico y la cuerda del alpinista mientras él porta las alpargatas de tres puntos. A sus pies el perro que con frecuencia le acompañaba al igual que un arriero y su mula por lo general de Los Nevados.
El reconocimiento se hace nacional y viaja a la capital del país, se le hace un reconocimiento a nivel nacional. Es el guía natural de la Sierra Nevada de Mérida por unas tres décadas, en donde conocerlo era tan importante como conocer la misma sierra. Se le atribuyen más de 160 ascensiones con diferentes personalidades al pico Bolívar, el más alto de la sierra. Participo en la proeza de subir el pesado busto del Libertador a la cumbre del pico la Columna sobre los 4.980 m.s.n.m.
Muere en la ciudad de Mérida a sus 86 años. Este guía fue testigo presencial de la transición entre las expediciones en busca de conocimientos científicos (considerado el periodo exploratorio entre 1830-1939), y el nacimiento de la actividad recreativa deportiva del Andinismo en Venezuela, ya que para la década de 1950 se inicia la construcción de la majestuosa obra del Teleférico de Mérida, el más alto y largo del mundo, cambiando el rol de los montañeses de la Sierra Nevada merideña.
Los guías naturales no practicaban el alpinismo como deporte, no conocían de técnicas de escalada ni de implementos como el piolet, crampones o cuerdas. Pero era evidente que sin estos guías ningún explorador podía asegurarse el éxito de cualquier expedición. Cuentan que para asegurar las cumbres nevadas, se descalzaban las alpargatas de tres puntos para evitar resbalar por el hielo, tampoco les agradaba amarrarse a las cuerdas para sujetarse.
Para la década de 1940 a 1950, los visitantes de las cumbres nevadas se fueron convirtiendo poco a poco en excursionistas, con un matiz más deportivo recreativo. Finalmente, para 1960 con la inauguración del sistema teleférico, los andinistas incursionaban los glaciares para ascender sus cumbres con técnicas tomadas del alpinismo y poco a poco el guía natural fue sustituido por el guía citadino quien vive en la base de la estación del teleférico, la ciudad de Mérida. Para la década de 1960 ya se habían fundado varios clubs montañismo por toda Venezuela. (Fuente: Mendoza, 2013 En: http://saber.ula.ve/handle/123456789/45781)
El Guía
Domingo Peña y la Sierra Nevada son una misma cosa. Él se sabe de memoria todos los senderos que a ella conducen, y la Sierra parece que se hubiera compenetrado con él, legándole su asombrosa fortaleza. Más de veinte años tiene viviendo allí en La Aguada, trabajando como agricultor y prestando sus servicios como guía a excursionistas y andinistas; en ese lugar crecieron sus hijos y en esa tierra quiere algún día descansar eternamente. Domingo es un hombre sencillo como todos los habitantes de la montaña andina; su estatura es regular y su cuerpo enjuto, pero todo el vigor que heredo de sus antepasados indígenas, siendo capaz de llevar a cuesta, por muchas horas, un morral de 30 kilogramos de peso. Su rostro adusto es prototipo del hombre andino: los ojos pequeños y semi cerrados chispean de vez en cuando con la malicia propia del montañes, y los bigotes lacios, largos muy negros, le caen desordenadamente sobre los labios herméticos que rara vez sonríen. Integran su modesta indumentaria un ancho sombrero de cogollo, con el cual protege su cabeza de los ardientes rayos del sol y de los gélidos vientos de los páramos, una ruana hecha de lana y que fue blanca en otros tiempos, pantalones de dril raídos por el uso y sandalias de cuero confeccionadas por el mismo. Esta afable persona, servicial y sencilla, que vive en un humilde ranchito de paja a 3220 metros de altitud, con Luisa su mujer, y sus hijos Lucio, Ana Julia, Elvia, Clemente y Pedrito, es el Guía Parameño Venezolano que conoce a la Sierra Nevada de Mérida como la palma de su mano. (Tomado de Chalbaud Cardona, 1959. “Expediciones a la Sierra Nevada de Mérida”. Páginas 29 y 30.)